Cuando la pareja da el paso para convertirse en padre y madre, buscando la fertilidad, o en términos más cotidianos “empiezan a buscar bebé”, la sexualidad se puede ver y sentir en algunos momentos trastocada y movilizada. La prioridad del disfrute y del goce pasa a un segundo plano, ya que lo que se busca en estos coitos es la fertilidad y la reproducción.
Luego de un año o más de búsqueda infructuosa del bebé, la pareja va a transitar por estados emocionales que pueden empezar a afectar la vida sexual y afectiva, por eso la dificultad para concebir es sorpresiva para ambos, pues no esperan que haya dificultades; es decir, se da por sentado que todos pueden ser padres en el momento que lo deseen. Esto genera dificultades para aceptar que no llega el bebé, entrando en un proceso de negación que hace más complejo reconocer ante familiares y amigos tal realidad.
Como el papel de la masculinidad ha estado representado en un imaginario colectivo en el falo (el pene), muchas veces el hombre se ve afectado en su erección, perdiendo o disminuyendo su capacidad para mantenerla hasta el final del coito. Esto hace que sienta la amenaza, el miedo o la tristeza de no poder lograr la paternidad, bloqueando incluso, en algunos momentos, el libre fluir del deseo sexual; es decir, con esta situación, cualquier fase de la expresión erótica se puede bloquear o estresar. En la mujer lo más frecuente es que se dificulte el orgasmo y a veces que haya poca lubricación, lo que puede generar dolor en la penetración.
Cuando una pareja ingresa a un tratamiento, le informamos sobre estas situaciones para que entienda que son normales y que ocasionalmente pueden presentarse por la presión a la que han estado sometidos. También lo hacemos, fundamentalmente, para prevenir disfunciones sexuales o conflictos mayores que amenacen el bienestar y continuidad de la relación.
En algunas técnicas de reproducción asistida es frecuente que se recomiende el coito programado como resultado del seguimiento ecográfico de la ovulación, buscando con esto el día de mayor probabilidad de fecundidad. Sin embargo, es importante comprender que trabajamos con personas, con seres que tienen una vida, proyectos y circunstancias diversas, por lo que no siempre están en la mejor predisposición para llevar a cabo dicho proceso.
Las razones pueden ser varias, dado que la pareja pudo tener una discusión, alguno de los dos pudo enfermarse, tener un compromiso laboral u otros eventos adversos que evitan el encuentro sexual y que por ende el coito se dé. Entender todas estas circunstancias de la vida hace que el tratamiento y la sexualidad se integren y fluyan para el logro de nuestro objetivo: la anhelada gestación.
Es importante entender que el deseo no siempre va a fluir de la mejor manera y que la excitación o el orgasmo pueden bloquearse en algunas ocasiones, pero con la información oportuna y la actitud adecuada se pueden sobrepasar dichas circunstancias; esas, que por cierto, son pasajeras y transitorias.
Así mismo, es importante enfatizar que el disfrute y el goce sexual no solo es genital, que la cercanía emocional y afectiva nutre y favorece la dinámica de la relación y que el contacto amoroso, la comunicación sincera, el mirarse a los ojos y el contactarse a través de todos los sentidos, hace que la pareja confabule para su alegría de estar juntos, construyendo un verdadero sentido de compartir la vida.
Cada vez son menos, pero todavía ocurre que las personas miden su feminidad y masculinidad con la capacidad reproductiva y el desempeño sexual. No lograr tener un hijo puede desencadenar un estado de tristeza y aflicción profunda, llegando incluso a la depresión. También la pérdida de gestaciones en estadío temprano son duelos muy complejos y profundos que requieren acompañamiento psicológico para evitar estados de depresión y afectaciones en el deseo y la frecuencia sexual.
Finalmente recomendamos que la sexualidad se cuide y se valore como una expresión fundamental de la pareja, privilegiando el disfrute, el goce y el placer, ya que la búsqueda del embarazo los condicionará a favorecer el coito, por lo que el contacto no genital, la expresión afectiva, la estimulación corporal, las fantasías sexuales y el bienestar compartido, deben estar presentes en los encuentros sexuales de la pareja.